Magnesio, para males incurables
Aunque la presencia del magnesio en el organismo sea mucho menos importante que el calcio y el fósforo (apenas 30 gramos en un adulto medio), sus funciones son tan o más primordiales. El magnesio resulta clave para la correcta transmisión de los impulsos nerviosos, el trabajo de los músculos (en especial el músculo cardíaco), la permeabilidad celular, la producción de más de 300 enzimas, la replicación del ADN y la neutralización de la excitación celular que provocan las hormonas del estrés. Del magnesio depende el metabolismo de los macronutrientes (grasas, azúcares y proteínas), y el buen funcionamiento de las células hepáticas.
El 60% del magnesio corporal se halla en los huesos, desde donde puede liberarse en caso de necesidad. Cuando nos vemos sujetos a situaciones estresantes, el organismo acude a sus reservas de magnesio (depositadas en la estructura ósea), transportándolas al flujo sanguíneo. Luego de cumplir su función, calmando la excitación celular, el mineral es excretado del cuerpo. Sin dudas este drenaje se ve magnificado por la prolongada y cotidiana exposición al estrés.
En condiciones normales podemos reponer la pérdida de magnesio con una dieta basada en alimentos integrales, pero hete aquí que nos encontramos con serias carencias en los alimentos producidos industrialmente y luego refinados. Todo comienza con su ausencia en los suelos, por agotamiento y por ser uno de los minerales inhibidos por la fertilización química a base de nitrógeno. Hemos visto que de suelos empobrecidos surgen plantas y semillas proporcionalmente carentes. A esta pérdida debemos agregar la que generan los procesos de refinación. Se lo retira del trigo, al eliminar el germen y el salvado para dar lugar a la harina blanca. También se lo elimina en la sal, para evitar la formación de terrones, dada su “molesta” capacidad de absorber humedad. Por la misma razón es descartado en la refinación del azúcar blanco.
La carencia de magnesio en el organismo (muy común en nuestra sociedad) genera variados trastornos nerviosos, dificultades de concentración, palpitaciones, problemas de evacuación, debilidad muscular, ósea y cartilaginosa e insuficiencias renal y hepática. Por cierto que es recomendable reponer su carencia, a través del consumo de alimentos bien dotados (germen de trigo, semillas, sal marina integral, azúcar mascabo, semillas, algas, etc), evitando aquellos refinados (harina blanca, azúcar blanca, sal refinada, etc.). Pero cuando estamos en presencia de una carencia crónica y de antigua data, podemos echar mano temporalmente a un recurso sencillo, económico y efectivo: el cloruro de magnesio (el mismo que se descarta en la refinación de la sal de mesa). No olvidemos que las formas alimentarias del magnesio son siempre preferibles a las sales, aunque siempre “algo es mejor que nada”. Para conocer detalles del empleo del cloruro de magnesio, recurrimos al texto del padre Chor, gran difusor de su utilización terapéutica.
Los problemas de la columna vertebral, nervio ciático, descalcificación, etc., tienen ahora la cura perfecta, sin dolor, fácil y barata, y al mismo tiempo resuelve las enfermedades por carencia de magnesio en la alimentación, inclusive la artritis.
Les cuento mi caso: estando casi paralítico, 10 años antes de comenzar el tratamiento (contaba con 61 años de edad), sentía punzadas agudas en la región lumbar (en la columna vertebral). Los médicos afirmaban que mi mal era incurable; al levantarme de la cama, cada mañana sentía un fuerte dolor en la columna. Los médicos decían que era causado por el nervio ciático que presionaba la tercera vértebra; este dolor se hacia sentir también cuando estaba parado, razón por la cual tuve que trabajar la mayor parte del tiempo sentado.
Hubo un año en que todo lo hacia sentado, menos la misa; todo era un tormento y tenía que suspender mis viajes a causa del dolor. Después de algún tiempo, casi medio año, esperaba encontrar mejoría. Durante un verano muy seco, empeoré más. Comencé entonces inclusive a decir misa sentado. Entonces volví a la ciudad de Florianapolis, en Brasil, buscando un especialista que me atendiera, tomando nuevas radiografías. Ahora ya no era una sola vértebra, sino que eran varias las vértebras descalcificadas.
Nada era posible hacer; las diez aplicaciones de ondas cortas en la columna no detuvieron el dolor. El dolor era tan intenso que ni siquiera podía dormir acostado, permaneciendo sentado en la cama hasta casi caer de sueño. Así descubrí que podía dormir enrollado en la cama en posición fetal, solo esto daba resultado. Entonces, desengañado por los doctores, apelé a DIOS: “¿Estas viendo a tu criatura? y no te cuesta nada darme una solución”.
Casualmente fui a un encuentro jesuítico en Puerto Alegre y el padre Juárez me contó que era fácil la cura de mi problema: con cloruro de magnesio. Me mostró escrito en un libro del padre PUIG, jesuita español, que lo había descubierto curando a su madre, que en esa época se encontraba en estado avanzado de descalcificación. Y en broma me dijo: “Tomándote ésta sal (cloruro de magnesio) sólo vas a morir si te das un tiro en la cabeza o por algún otro accidente”. Comencé a tomar una copita por la mañana y otra por la noche; así mismo continué durmiendo enrollado en la cama. Como a los 20 días desperté estirado en la cama sin sentir ningún dolor, pero si sentía dolor al caminar
Pasaron 40 días, cuando finalmente me levanté todo extrañado: “¿Será que estoy soñando?” Ya no sentía nada de dolor y hasta conseguí dar un paseo por la ciudad, recordando los 10 años pasados cargando con aquel tremendo dolor. Después de otros 10 días, caminé el día entero sintiendo un pequeño malestar; a los 60 días de estar tomando la misma dosis, la pierna dolorida estaba igual, o mejor, que la otra. A los 3 meses sentí mayor flexibilidad y a los 10 meses conseguía doblarme como un deportista
El magnesio arranca el calcio calcificado en los lugares indebidos y los coloca sólidamente en los huesos y más aún, consigue normalizar la corriente sanguínea, estabilizando la presión. El sistema nervioso queda totalmente calmo, sintiendo mayor lucidez. Las frecuentes punzadas en el hígado desaparecieron; la próstata que habían dicho a los médicos debería ser operada en la primera oportunidad, ya no me incomoda. Pero el efecto más importante es el estado de ánimo, al punto que muchas personas me preguntaban: “¿Qué está pasando contigo, estás más joven?” Y yo contesto: “Es verdad, me retornó la alegría de vivir”. Por eso me siento obligado a repartir esta solución que me vino de Dios. Centenares de personas se han curado de estos males: columna, artritis, nervios, etc. Así que manda copias de este artículo a otras personas que lo puedan necesitar.
Modo de prepararlo: Disolver en una jarra de vidrio 30 gramos de cloruro de magnesio, en un litro de agua hervida, fría. Mezclar bien con cuchara de madera. No utilizar elementos plásticos ni metálicos. Es importante que el cloruro de magnesio lo adquiera en grado farmacéutico, con alguna marca que certifique su calidad y nunca en una bolsa común y sin nombre, por los riesgos que esto representa. Se conserva sin cuidados especiales en una botella de vidrio.
Dosis recomendada: una copita de licor, teniendo en cuenta la edad y los padecimientos:
De los 40 a los 55 años: Media dosis
De los 56 a los 70 años: Una dosis por la mañana
De los 71 en adelante: Una dosis por la mañana y otra por la noche.
Importante: Para las personas que viven en la ciudad, con alimentación de baja calidad, con productos enlatados y abundantes en químicos, deben consumir un poco más (dosis doble); para las personas del campo la dosis es menor.
Importancia del cloruro de magnesio: El magnesio produce equilibrio mineral, reanima los órganos de las funciones vitales (glándulas), activa los riñones para eliminar el ácido úrico; en la artritis, descalcifica la membrana de las articulaciones; ataca la esclerosis calcificada, evitando infartos; purificando la sangre, vitaliza el cerebro; devuelve y conserva la juventud hasta avanzada edad.
El magnesio es, de todos los minerales, el más indispensable, especialmente después de los 40 años, cuando el organismo comienza a absorber cada vez menos magnesio de la alimentación, provocando, vejez y enfermedades. Por eso debe ser tomado de acuerdo a la edad.
El magnesio no crea hábito. Una persona no conseguirá escapar de todos los males simplemente por tomar magnesio, pero al consumirlo hará que todo sea más saludable.
El magnesio no es un remedio, es un alimento sin ninguna contraindicación y compatible con cualquier medicamento en simultáneo. Tomarlo para una enfermedad determinada, equivale a reordenar todo el organismo, consiguiendo, de ésta forma, una cura integral.
Principales aplicaciones: Nutre, disminuye el agotamiento intelectual, elastiza las arterias, cura la artrosis, elimina la atrofia muscular, remedia el desequilibrio mineral, modera los desórdenes digestivos e intestinales, alivia la fatiga, previene problemas de próstata, es laxante y tonificante.
Indicaciones: Columna, nervio ciático, calcificación, sordera por calcificación. Dosis: tres dosis (mañana, tarde, noche). Una vez obtenida la cura, abandonar su toma para evitar, en forma preventiva, el retorno de la enfermedad.
Artritis: El ácido úrico se deposita en las articulaciones del cuerpo, especialmente en los dedos, que se hinchan; esto es porque los riñones están fallando por falta de magnesio (revisar los riñones, por si acaso existen problemas mayores). Dosis: una dosis por la mañana; si en 20 días no siente mejoría, entonces tome una dosis por la mañana y otra por la noche. Después de curado, continuar con la dosis preventiva (una dosis por la mañana).
Próstata: Un anciano ya no conseguía orinar; en la víspera de la operación le dieron 3 copitas e inmediatamente comenzó la mejoría; después de una semana estaba totalmente curado sin necesidad de cirugía. Hay casos en que la próstata vuelve a su total normalidad. Dosis: dos copitas por la mañana, dos por la tarde y dos por la noche. Al conseguir mejoría, tomar sólo la dosis preventiva.
Achaques de la vejez: Rigidez, calambres, temblores, arterias duras, pérdida de memoria y falta de actividad mental. Dosis: una dosis por la mañana, una por la tarde y otra por la noche.
Cáncer: Todos tenemos cáncer en grado moderado; consiste en algunas células malformadas por causa de algunas sustancias o por presencia de partículas tóxicas. Estas células no son compatibles con las células sanas. El magnesio consigue combatir las células cancerosas, vitalizando las células sanas. Cuando el cáncer comienza a extenderse lentamente, no causa dolor que nos ponga alerta, hasta que aparece el tumor. Cuando la enfermedad está muy avanzada, el magnesio apenas puede frenar un poco el avance del cáncer, pero ya no curar. El magnesio es un eficaz preventivo contra el cáncer de las mamas y de la matriz, así como en la próstata.
Artículo del Padre J. Chor, Profesor de Física, Química y Biología.
Información científica adicional brindada por el Ing. Urbano Aguilar Miranda, maestría en ciencias químicas, síntesis y productos naturales, nombrado Investigador Nacional por el Gobierno de México en 1987 y pionero del conocimiento y divulgación de las bondades del cloruro de magnesio en México.
Extraído de:
http://www.prama.com.ar/