Los Nueve Metaprogramas de la Vida
Hemos hecho el ejercicio de extraer los principios esenciales del mecanismo de la vida en todas sus escalas, desde el macrocosmos al microcosmos, estudiando las teorías de la biología más moderna. Y este es el resultado de las Nueve Nobles Verdades de la Vida:
1. CONSERVACIÓN: La vida busca conservarse y protegerse. Es el principio fundamental en torno al cual el resto de los programas se desarrollan.
2. EXPANSIÓN: La vida tiende al crecimiento constante y a expandirse por el Universo.
3. CAMBIO: La vida genera cambio y evolución constante en su búsqueda por conservarse. Se reproduce y se conserva, en una expansión continua de menor a mayor complejidad, pero también puede ser al revés, de una mayor a una menor complejidad.
4. SIMBIOSIS: La vida es simbiótica. En el constante cambio evolutivo, la vida mantiene una interrelación inestable entre la simbiosis y la competencia, entre la cooperación y la lucha, para adaptarse y sobrevivir en el medio. En la interacción entre la colaboración y la competencia, la vida finalmente se decanta por el intercambio y el apoyo mutuo de los seres, por encima de la competencia y el predominio de la lucha por la supervivencia y la ley del más fuerte.
5. POLARIDAD: La vida fluye en una polaridad de extremos que se autorregulan: Caos&Orden / Yin&Yang / Entropía&Sintropía / Enfermedad&Salud / Muerte&Vida / Oscuridad&Luz/Oxidación&Reducción (Antioxidación) / Putrefacción&Fermentación / Mal olor&Buen olor / Descomposición&Conservación. Ambas polaridades se reflejan en todos los planos de la existencia, desde las galaxias hasta las bacterias. Entre estos dos extremos, fluye la vida que no es ni orden ni caos, sino ambas a la vez. Ambos extremos se necesitan para generar la tensión necesaria que precipita el movimiento permanente de la vida en constante cambio e impredecible evolución en expansión y conservación.
6. COMPLEJIDAD: La vida tiende a la conservación y expansión, en constante cambio y evolución, guiada por la simbiosis del intercambio y, en menor medida de la competencia, para crecer en complejidad holocrática: átomos, moléculas, virus, bacterias, células, tejidos, órganos, organismos, ecosistemas, biosferas, sistemas solares, galaxias, cúmulos galácticos, ¿universos?
7. INTELIGENCIA: La vida es inteligente. Tiene la capacidad evolucionar y hacerse más compleja para conservarse, procesar más energía-materia y hacerse consciente de sí misma; activando un Campo de Fuerza Vital Holocrático que genera los ecosistemas donde se desarrolla: de las células a las galaxias.
8. ASCENSIÓN: La vida en su proceso evolutivo tiende a la eterealización, a la ascensión de la evolución. La densidad material de los organismos también se sutiliza a medida que se hace más compleja. Todo nace del vacío y vuelve al vacío en un ciclo constante que se repite: vacío – energía – materia – vida – energía -vacío. El rayo que baja y el rayo que sube, que dice la Kabalah. Ese es el ciclo en espiral descendente-ascendente que la vida recorre continuamente, en un contínuum de descenso y ascenso vibracional donde lo más denso se vuelve cada vez más sutil (vibra más rápido) a medida que evoluciona para, finalmente, retornar de nuevo al vacío de donde surgió en esa iluminación de las células.
9. COMPUTACIÓN: La vida es pura información matemática que deviene de lo simple hacia lo complejo para volver a lo simple y empezar de nuevo. Es un proceso inteligente en continua evolución y ascenso que, finalmente, se traduce en patrones informáticos y computacionales, como si de un programa matemático y un lenguaje semántico se tratara. Al final, la información de la cual surge la vida, a través de la energía cuando se transforma en materia, proviene del vacío y torna al vacío, en una especie de simulación virtual, al igual que todo el Universo, como si de un videojuego multidimensional inimaginable para la mente humana se tratara. Al principio fue el Verbo…
Es evidente que los dos primeros «Programas de la Vida» son conocidos, aunque parcialmente, porque siempre se habla de la ley del más fuerte como axioma de selección y evolución de las especies. Pero esta creencia incuestionable desde hace más de un siglo, fruto de las teorías del abuelo Darwin y sobre todo de sus hijos neo darwinistas, está en gran medida superada, como veremos más adelante.
La simbiosis, la colaboración entre las especies y sus miembros, es la ley que finalmente predomina en la supervivencia y la evolución, muy por encima de la competencia depredadora del «pez grande que se come al chico». Y esta simbiosis, que es el verdadero motor de la evolución de la vida y sus especies, se necesita dado que el medio es un flujo constante entre la polaridad del caos y el orden vital.
Traducido en clave microbiótica, podemos decir que la simbiosis es la primera ley de la evolución en el microcosmos y que esa colaboración entre las especies de microbios se manifiesta siguiendo un patrón de polaridad fractal entre el caos entrópico y el orden sintrópico, entre la oxidación putrefactiva y la antioxidación fermentativa, entre la degeneración mortal y la regeneración vital, de la oscuridad y el frío del yin a la luz y el calor del yang, que dirían los orientales del taoísmo o la macrobiótica.
Se habla muy a menudo, sobre todo en las ciencias físicas y astrofísicas, de la entropía como una tendencia primordial en el Universo. Toda la creación tiende al caos, a la destrucción. Con carácter microbiótico, sería como que toda la vida tiende a la putrefacción, la enfermedad y la muerte. Y aunque esta tendencia es bien cierta, también lo es el hecho de que todo lo manifestado tiende al orden, a la conservación, al equilibrio, aunque sea inestable. Esta fuerza cósmica universal, que se manifiesta tanto en lo infinitamente grande como en lo infinitamente pequeño, se denomina en física neguentropía. Pero hay una palabra mucho más adecuada para definir la no-entropía: la Sintropía. Y esta es la clave de la visión microbiótica, en su relación con la vida. La sintropía es una tendencia a la conservación y regeneración de la vida. Esta tendencia se manifiesta especialmente en algunos microorganismos cuya cualidad esencial es la conservación y regeneración de la vida visible.
Así que en la vida, al igual que en los alimentos, existe una pulsación que tiende a la putrefacción y descomposición, y otra pulsación que tiende a la fermentación y conservación. Dos ejemplos extremos de esta polaridad universal los tenemos en un basurero y un bosque. Un basurero huele mal y todo lo que allí existe manifiesta entropía: caos, contaminación, toxicidad, podredumbre y muerte. Un bosque huele bien y todo lo que contiene expresa la sintropía: equilibrio, belleza, salud, fermentación y vida.
Lo mismo sucede con la comida. Cualquier alimento dejado en su estado natural tiende a la entropía, la podredumbre y la descomposición. Algunos, como los de origen animal, tardan muy poco en desarrollar las bacterias y hongos saprófitos de la entropía-putrefacción. Otros, como los vegetales, pueden mantener por mucho más tiempo las cualidades de la sintropía o el orden vital gracias, en gran medida, a los microorganismos regeneradores que llevan en su piel. Pero si a cualquier alimento lo procesamos con las tecnologías de la fermentación, para que las bacterias regeneradoras se multipliquen, no solo se pueden conservar indefinidamente, sino que cuanto más tiempo pasa, mayor es su poder nutricional.
En el proceso del continuo devenir de la vida, esta se conserva, multiplicándose y expandiéndose en simbiosis y competencia, a la vez que se torna cada vez más inteligente y consciente de sí misma y en estructuras cada vez más complejas para, finalmente, hacerse cada vez más sutil y etérea hasta encontrarse como lo que es: un metaprograma de simulación virtual en medio de un universo holográfico que también es una simulación. ¿Y todo esto para qué? Ahí nos encontramos con las eternas preguntas del origen de la vida y hacia dónde va y por qué.
Texto extraído del libro Microbiótica Aplicada
Para más información o compra del libro https://microviver.com/producto/libro-microbiotica-aplicada/