El Pleomorfismo: la Teoría maldita del origen de la vida (1 / 2)
El Pleomorfismo es una teoría silenciada sobre el origen de la vida y de las enfermedades que no se estudia seriamente en ninguna facultad de medicina o biología del mundo.
Desde A. Bèchamp¹ en el siglo XIX, maestro y posteriormente detractor de Pasteur, hasta hoy con S. Lanka, el actual virólogo que está deconstruyendo toda la historia inventada de la Teoría del Contagio, el Pleomorfismo ha tenido unos pocos héroes que han mantenido la llama de la Biología Cuántica.
El Pleomorfismo es una teoría que expone el origen de la vida como una mutación alquímica partiendo de las unidades vivas más pequeñas que se pueden encontrar: los simbiontes, los biones, las microzimas, las protistas… que son diferentes nombres dados por los escasos científicos que han investigado las partículas cuánticas de la biología. Esas minúsculas unidades vitales son las esporas de la vida, que dan origen a los virus endógenos, las bacterias, hongos y células que, cuando se unen, conforman a todos los seres vivos.
Desde las enfermedades hasta el petróleo, nuestra realidad biológica no se corresponde con lo que nos han enseñado. Los virus que vuelan por el aire y generan infecciones no existen porque, en realidad, nunca se han aislado. Por lo tanto, la teoría del contagio por virus que infectan el organismo desde el exterior es un constructo fundamentado en las falacias de Pasteur y la industria farmacéutica.
¹Béchamp Antoine. (1899) The Blood and Its Third Anatomical Element. Createspace Independent Publishing Platform.
El Pleomorfismo afirma que los microbios pueden cambiar de forma para adaptarse y sobrevivir al terreno si este cambia. Parte del concepto básico, desarrollado por Antoine Bèchamp (1816 – 1908), de que hay una «unidad fundamental de vida» o microzima, que significa pequeño fermento traducido a partir de sus raíces griegas. De esta partícula subatómica de la vida, surge toda la cadena evolutiva de bacterias procariotas y células eucariotas, así como los organismos complejos pluricelulares. Afirmaba que, una vez alcanzada la complejidad, la vida puede volver de nuevo a esa unidad mínima y fundamental de la cual partió recorriendo de manera inversa la secuencia.
De este modo, la vida se hace compleja pero también puede simplificarse. Y este movimiento de menor a mayor y de mayor a menor obedece a un ciclo cósmico que la vida tiene para evolucionar o involucionar en función de las condiciones externas. En condiciones extremas para la vida, todo acaba reduciéndose a estas unidades fundamentales o microzimas.
En esta visión holística, que incluye muchas otras tradiciones curativas, se postula que la mayoría de las enfermedades son causadas por una toxicidad que puede ser nutricional o un desequilibrio en el organismo: eléctrico, estructural, toxicológico, biológico y, sobre todo, emocional, como postula la Nueva Medicina Germánica del Dr. Hammer: “No hay enfermedades sino enfermos”.
Habríamos heredado un mundo muy diferente si aquellos que estaban a favor de Bèchamp hubieran podido ofrecer algo rentable al entonces emergente negocio de la enfermedad. En vez de eso, ellos decían: «Es la salud de la célula lo que es importante, no los gérmenes», y buscaban formas simples de cuidar la salud humana.
Podríamos haber evitado las modernas pandemias de enfermedades, como cáncer, diabetes, enfermedades cardíacas y autoinmunes… si tan solo la civilización hubiese seguido a Bèchamp en lugar de a Pasteur. Pero el negocio estaba en el Monomorfismo de los gérmenes patógenos, en el petróleo y el carbón, no en el Pleomorfismo de la célula sana o en la energía libre de Tesla.