Etiquetas de productos funcionales con mensajes engañosos
Hoy es de nuevo noticia que nos invaden las etiquetas de productos funcionales con mensajes engañosos, hasta un tercio de las etiquetas de los productos pretenden “tomarnos el pelo”, omiten información básica, son poco claras o inducen a error.
El informe de la CEACCU (Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios) que presentó ayer de nuevo en Madrid, afirma que el engaño más utilizado es el de otorgar propiedades un poco ambiguas de los productos y que claramente pueden confundir a los usuarios que buscan, a través de estos mensajes, abastecerse de alimentos saludables.
El informe “¿Alimentos que todo lo pueden? La realidad de las declaraciones nutricionales y de salud en el etiquetado” se ha realizado tras el análisis de 448 etiquetas de productos alimenticios, entre ellos se encontraban lácteos, galletas, conservas, embutidos y zumos. Recordando que el 1 de julio del año pasado entró en vigor la normativa relativa a las declaraciones nutricionales y de propiedades saludables en los alimentos para todos los países miembros de la UE, se extrae que casi el 60% de los productos analizados por CEACCU no se ajustan a la ley.
Algunas cosas que todos los consumidores deberíamos saber, es que para que un alimento pueda ser valorado por su “alto contenido en fibra” debe incorporar un mínimo de seis gramos de fibra por cada cien de producto, o un alimento “bajo en sal” no puede tener más de 0,12 gramos de sodio. Y hablamos de dos sustancias, pero ¿cuántas hay?, ¿de cuántas conocemos nuestras necesidades diarias? Insistimos en la necesaria educación nutricional desde las escuelas.
Otro detalle desvelado y que deberíamos tener muy en cuenta, es que cuando un producto cuenta en su etiquetado con la leyenda “bajo en calorías”, no nos indican de qué nutriente se han rebajado, ¿de grasas, hidratos de carbono…?
Tras la prohibición de engalanar las etiquetas con mensajes falsos como los antiguos “Bio”, los fabricantes se han volcado en ingeniar mensajes que confunden al consumidor. Yolanda Quintana, responsable del informe presentado, denuncia el aumento de mensajes como “el bienestar general, el cuidado natural, ideal para tu dieta, el placer de cuidarte o vive sano”, sin duda son mensajes que captan la atención de muchos consumidores confiados y contentos de pagar hasta un 130% más por un producto que realmente no otorga ningún beneficio.
Y si hablamos de la cantidad de sustancias desconocidas por todos y a las que otorgan una gran funcionalidad sin pruebas científicas… tonalín, vidalim, benecol, oleosan, pronutris… les denominan “compuestos de fantasía”, y es que, si preguntas a alguien que toma Natur línea de Central Lechera Asturiana porque contiene tonalín, qué es y para qué sirve este compuesto, no sabe qué contestar. Es la mejor muestra de cómo nos toman el pelo, ¿tan tontos somos?
El Periódico nos muestra algunos ejemplos de las etiquetas de productos analizados, por ejemplo el Zumosol Activo Plus, en su etiquetado nos engañan porque indican que es un 99’5% libre de grasas, algo innecesario cuando los ingredientes que lo componen son frutas y no deben tenerla por naturaleza y por otro lado, oculta que su contenido en azúcar supera el 14%. Para reírse aún más del consumidor, indican que potencia la actividad del riñón, algo obvio y que es capaz de hacer hasta el agua del grifo.
No obviemos la falta de estudios científicos que demuestren que las adiciones supuestamente beneficiosas de los alimentosfuncionales, son asimiladas por nuestro organismo, porque nos indiquen que un alimento es rico en vitamina C, no nos tenemos que creer que al tomarlo nos va a beneficiar.
En definitiva, los consumidores no nos debemos dejar llevar por dibujos de corazones como símbolo de salud en un fiambre de pavo, ni por los seis mensajes engañosos que puede contener una sola etiqueta, ni pensar que el producto más caro va a ser el mejor.
Aprovechamos para comentaros que la CEACCU ya publicó hace un año una nota de prensa sobre 289 alegaciones nutricionales o de salud unos días antes de que entrara en vigor el Reglamento Comunitario del 1 de julio de 2007. Sólo se podía acceder a través del caché (no sabemos por qué lo han retirado), pero ahora no podemos leerlo.